Buenas tardes soñadores,
Hoy os traigo una nueva reseña, en
este caso me he decantado por trasladaros al verano y creo que nada mejor
después de los días de frío y lluvia que ser acercan.
Este libro lo conseguí en
la presentación de su segunda parte, sí, lo sé, voy con retraso, pero que le
vamos hacer. ¡Así que vamos allá!
El verano que aprendimos a volar es el primer libro de la autora
Silvia Sancho, publicado el año pasado por Phoebe Romántica y que comentaros
también que ya cuenta con una secuela, La
locura de saltar contigo, pero ese será otra reseña.
La historia que nos plantea su
autora está lleno de todas esas cosas que uno puede esperar en el verano de su
vida: amor, amistad, trabajo y sobre todo muchos líos y malentendidos;
básicamente un verano lleno de emociones y sentimientos.
Lara y Asier serán quienes nos
proporcionen todos esos altibajos, ellos son nuestros protagonistas principales,
que junto con el resto del elenco harán que esta novela sea totalmente adictiva
para los amantes de la literatura romántica. Nuestra historia comienza con un
día soleado de verano en la sierra de Madrid, para ser más específicos en un
camping, es ahí donde Lara comenzará a trabajar como recepcionista y en donde
vivirá su primer encontronazo con Asier, el monitor de tenis. La relación que
ambos comienzan como amigos siempre está llena de chascarrillos, indirectas que
a veces son muy directas, comentarios subidos de tono y un sinfín de juegos de
palabras que como lectores hará que en ocasiones no podamos evitar reírnos.
Junto a ellos viviremos el inicio,
nudo y desenlace de un amor de verano y es que a veces las cargas del pasado
marcan el presente de una manera determinante. La falta de confianza en uno
mismo les hará pasar momentos críticos, desequilibrios y malentendidos,
situaciones de tensión en las que se nos encogerá el corazón por la intensidad
del momento.
Pero no solo debemos centrarnos en
los protagonistas, porque para mí, aparte de la trama de la historia y sus
personajes principales, creo que es muy importante el resto de elenco que
acompañan a estos. Adorar a los secundarios es decir poco. Quizás si tuviera
que elegir entre uno de ellos, creo que sin duda es Natalie, la alocada y
divertida de Nat, profunda cuando quiere en sus conversaciones y con un corazón
que vale mil (no se nota que estoy deseando leer La locura de saltar contigo),
ella será el principal apoyo de Asier y Lara y en ocasiones la compinche de uno
de ellos.
Y por supuesto, no podía faltar que
os hablara sobre el final, no os voy a engañar, es predecible y creo que
incluso si hubiera sido de otra manera no me hubiera gustado tanto como lo ha
hecho. El desenlace de la novela me ha encantado, esperaba el final, pero no de
esa manera, ha sido muy al estilo traca final ¡Cohetes artificiales!
El verano que aprendimos a volar es una libro autoconclusivo,
lleno de humor y amor, con esa parte salvaje que hace que te quedes pegado a
sus páginas.