Buenas tardes soñadores,
Después de las primeras fiestas, ya
estoy de nuevo por aquí con una nueva reseña. En esta ocasión es un libro que
llegó a mis manos por azar o quizás sería mejor decir, buceando en Amazon. Últimamente
me he aficionado demasiado a los ranchos y todo lo que tenga que
ver con los chismes que surgen en estos pequeños pueblos.
Ni dulce ni amargo es lo último
de la autora Sarina Bowen que ha llegado a nuestro país, pues esta novela
aterrizó el 3 de octubre de este año bajo el sello de Vergara. No había leído nada
de esta autora y la verdad es que me ha sorprendido con su narrativa, fácil de
leer y rápida. A pesar de lo que muchos podáis considerar de sus 366 páginas, un
tocho considerable de páginas, se lee con mucha facilidad y sin apenas darte
cuenta la novela se desarrolla con soltura, haciendo que sea una lectura amena
y entretenida.
El por qué me decante por esta
historia fue sin duda por su sinopsis y me pareció que iba a encontrar todo lo
que buscaba en este momento: romance, ranchos, líos, drama y comedia. Un combo
que sabía que me iba a gustar.
La novela comienza directamente ofreciéndonos
una visión de Audrey Kidder, nuestra protagonista, contándonos lo difícil que
ha sido su vida y como poco a poco ha sabido salir a flote a pesar de todas las
dificultades que se le ha presentado. A simple vista puede que veamos a la
simple protagonista con una familia rica, que se queja por quejar, pero como
siempre las apariencias engañan. Por seguir su sueño se verá de camino a
Vermont a intentar convencer a una serie de granjeros a que apuesten por la
empresa para la que trabaja. Tras un
desafortunado incidente se verá rescatada por quien menos imaginaba, pues
Griffin Shipley pertenece a su pasado.
Por el contrario Griffin Shipley lo
que menos esperaba es encontrarse a la dulce Audrey metida en una de las zanjas
de su granja. La última vez que se vinieron la situación no acabó como él
esperaba. Griffin también ha cambiado, ahora es el propietario de una granja
que crea la mejor sidra del condado y su sueño es llegar a comercializarla a
importantes restaurantes.
Ambos perseguirán sus propios
sueños hasta que el destino vaya uniendo sus caminos, volviendo a conocerse o
más bien conocerse como debieron hacer hace mucho tiempo. Serán numerosas las
escenas que harán que no podamos aguantar la risa y no solo por lo que nos ofrecerán
los protagonistas, sino el resto del elenco, la madre de Griffin que no dudará
en contratar a un ex presidiario, las hermanas y el hermano de Griffin que
hacen de las comidas todo un show, el primo que viene a ayudar con la cosecha y
no dudará en ligar con todas e incluso la madre de Audrey, quien nos regalará
momentos de lo más dramáticos.
Respecto al final, que os puedo
decir, previsible de una manera romántica, pero como siempre os digo, no solo
es en sí el concepto de “felices para
siempre” sino el hecho de cómo se desarrolla la trama. Todo se lo jugarán a
una baza y es que hay a veces que para ganar hay que perder, eso es algo que
tanto Griffin como Audrey tendrán que aprender de la peor manera.
Quizás por poner algún pero a este
novela, que desde primera no sabía lo que me iba a encontrar y de la que no
llevaba ninguna expectativa, es la cantidad de escenas de sexo que se
desarrolla en la novela, que a mi parecer a veces no las veía relevantes, pues
los sentimientos entre ambos estaban más que claros.
Ni dulce ni amargo, ha sido
en sí una novela divertida, con una trama sencilla que hace que esas tarde de
diciembre se pasen volando ayudando en este caso a Griffin y a Audrey a crear
la mejor sidra del condado.