Vivimos en un mundo en donde las redes sociales dominan
nuestras vidas, llegando a puntos de los que quizás apenas somos conscientes de
ello. Un mundo en el que la autoestima, la sensación de bienestar y el
sentimiento de ser queridos, se demanda en altas cantidades. Y todo a base de
esos famosos botones con forma de corazón o dedito. En cada red social un
mundo, en cada cuenta un objetivo y realmente al otro lado de la pantalla un
sentimiento anímico.
Cada vez la búsqueda de la aceptación social sube un escalafón
más en esta cadena de locura, que no conduce a ningún lado, a ninguna parte. Es
la obsesión de los selfies, la necesidad de compartir, pero no de compartir
sanamente, sino de hacerlo con la intención del subidón, como una pequeña droga
que se cuela en nuestro organismo, que llega sin quererlo y se instala en
nuestras mentes.
Pero esto no podía ser de otra manera en los tiempos que
vivimos. La aprobación por parte de los demás siempre ha sido una idea que el
ser humano ha tenido arraiga desde hace mucho antes de que aparecieran las
redes sociales, simplemente esto último ha sido una manera de darle cabida, una
vía en la que poder ofrecer todo de nosotros mismos sin pensar en el coste que
eso puede conllevar, solo el hecho de gustar. Y la frase de “seguro esto habrá
a alguien que le gusta” adquiere un nuevo peso, una nueva perspectiva.
Fotos, fotos y más fotos. Practicar este nuevo deporte, puede
realizarse de dos maneras, dos caminos a escoger cuando uno ha decidido ponerse
delante de la cámara y apretar el botón de la cámara. Una vertiente divertida,
anecdótico y sin presión social. Y luego otra vertiente, más oscura, en donde
el peligro de la drogoself adquiere un matiz diferente, un individuo con
ansiada de encajar, de sentirse importante en ese pequeño mundo a través de me
gustas, poniéndose con ello en una situación de vulnerabilidad, de
condicionante. Un termómetro de corazones que hará que tu día mejore o empeore.
¿Cuántos podría hacer falta para sentirse mejor? ¿Cuántos harían falta para vivir
según tus normas?
No dejes que esto marca tu vida, no dejes que los corazones
decidan por ti, ten tus propios principios, busca lo que a ti te haga feliz,
sin aprobación social, solo por ti, pues eres el único individuo que realmente
puede hacerte feliz.